"Es la hora para desactivar los odios, renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia": Papa
Y trajo la oración de San Francisco: "que allá donde haya odio y resentimiento, pongamos amor y misericordia"
El Papa Francisco valoró a las víctimas colombianas reunidas en el Gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional, que se realizó este viernes en el Parque Las Malocas de Villavicencio.
"Desde el primer día he deseado que llegara este momento de nuestro encuentro. Ustedes llevan en su corazón y en su carne las huellas de la historia viva y reciente de su pueblo, marcada por eventos trágicos pero también llena de gestos heroicos, de gran humanidad y de alto valor espiritual de fe y esperanza. Vengo aquí con respeto y con una conciencia clara de estar, como Moisés, pisando un terreno sagrado", dijo el Papa.
Dijo que estaba en Colombia no tanto para hablar sino estar cerca de las víctimas y mirarlas a los ojos, escucharlos y abrir su corazón. "Y si me lo permiten, desearía también abrazarlos y llorar con ustedes, quisiera que recemos juntos y que nos perdonemos, yo también tengo que pedir perdón".
El Pontífice se refirió al Cristo de Bojayá: "Nos reunimos a los pies del Crucificado de Bojayá, que el 2 de mayo de 2002 presenció y sufrió la masacre de decenas de personas refugiadas en su iglesia. Esta imagen tiene un fuerte valor simbólico y espiritual. Al mirarla contemplamos no sólo lo que ocurrió aquel día, sino también tanto dolor, tanta muerte, tantas vidas rotas y tanta sangre derramada en la Colombia de los últimos decenios. Ver a Cristo así, mutilado y herido, nos interpela. Ya no tiene brazos y su cuerpo ya no está, pero conserva su rostro y con él nos mira y nos ama. Cristo roto y amputado, para nosotros es 'más Cristo'".
El Papa que escuchó atentamente los testimonios de las víctimas, miró a Pastora Mira y le dijo: "tú lo has dicho muy bien: Quieres poner todo tu dolor, y el de miles de víctimas, a los pies de Jesús Crucificado, para que se una al suyo y así sea transformado en bendición y capacidad de perdón para romper el ciclo de violencia que ha imperado en Colombia. Tienes razón: la violencia engendra más violencia, el odio más odio, y la muerte más muerte. Tenemos que romper esa cadena que se presenta como ineludible, y eso sólo es posible con el perdón y la reconciliación".
"Gracias, Pastora, qué gran bien nos haces hoy a todos con el testimonio de tu vida. Es el crucificado de Bojayá quien te ha dado esa fuerza para perdonar y para amar, y para ayudarte a ver en la camisa que tu hija Sandra Paola regaló a tu hijo Jorge Aníbal, no sólo el recuerdo de sus muertes, sino la esperanza de que la paz triunfe definitivamente en Colombia", expresó.
También tuvo palabras para Luz Dary a la que le dijo "te has dado cuenta de que no se puede vivir del rencor, de que sólo el amor libera y construye. Y de esta manera comenzaste a sanar también las heridas de otras víctimas, a reconstruir su dignidad. Te agradezco la muleta que me ofreces. Aunque aún te quedan secuelas físicas de tus heridas, tu andar espiritual es rápido y firme".
A Deisy y Juan Carlos, otras de las dos víctimas les manifestó: Deisy comprendiste que tú misma habías sido una víctima y tenías necesidad de que se te concediera una oportunidad. Y comenzaste a estudiar, y ahora trabajas para ayudar a las víctimas y para que los jóvenes no caigan en las redes de la violencia y de la droga".
"Como ha dejado entrever en su testimonio Juan Carlos, en todo este proceso, largo, difícil, pero esperanzador de la reconciliación, resulta indispensable también asumir la verdad. Es un desafío grande, pero necesario. La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Juntas son esenciales para construir la paz ", expresó.
"La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos", puntualizó en medo de los aplausos.
"Quisiera, finalmente, como hermano y como padre, decir: Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconciliar. No temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno. Que podamos habitar en armonía y fraternidad, como desea el Señor. Pidamos ser constructores de paz, que allá donde haya odio y resentimiento, pongamos amor y misericordia", añadió para concluir su lectura.
El Santo Padre expresó que todo los testimonios, todos los sufrimientos, todo el dolor de las víctimas y todas estas intenciones las ponía ante la imagen del crucificado, el Cristo negro de Bojayá.
El Papa Francisco leyó la siguiente oración:
Oh Cristo negro de Bojayá, que nos recuerdas tu pasión y muerte; junto con tus brazos y pies te han arrancado a tus hijos que buscaron refugio en ti
Oh Cristo negro de Bojayá, que nos miras con ternura y en tu rostro hay serenidad; palpita también tu corazón para acogernos en tu amor.
Oh Cristo negro de Bojayá, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo.
Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad.
Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita misericordia.